¡qué razón tenía Obelix!

Obélix siempre decía: "¡Están locos estos romanos!", y no duden que tenía muchísima razón. En los últimos días he visto lo mejor y lo peor de los habitantes de esta ciudad, su locura en todos los sentidos, su pasión en todo lo que realizan, sus malos modales, su chulería, y sus ganas de cambiar este "cassino" , como dícen aquí, de país.

El lunes me levanté temprano, era el primer día y uno tenía que dar el callo. Así que ahí iba yo a las 8 menos veinte de la mañana andando por mi roma capital hacia un curso de italiano en un edificio que no sabía muy bien donde estába. Uno ya pensaba que en este país nada le sorprendería, y menos a esa hora punta en la que las calles romanas se convierten en la arena del coliseo. Pero ver cómo en un atasco las motos se suben a la acera, con toda la tranquilidad del mundo, esquivan peatones, farolas y señales y vuelven a bajar a la calle adelantando así 4 o 5 coches, eso pensé que era demasiado. Me equivocaba, claro.

La mañana pasó entre el curso de italiano, y la búsqueda de un edificio (batante lejos de la mi facultad) en el que tenía la única clase a la que podía ir. A las 12h me encontraba en un extraño lugar en un barrio chinopakistaní en una facultad ,cuya planta baja era un mercado asiaticoorientalarabe, preguntando a todo el que pasaba si allí era la clase de "psicologia dell´orientamiento e dei processi educativi" (en ese magnífico italiano-jerezano que me caracteriza). Llegaron las 13h y sospeché que el profesor no tenía mucha pinta de aparecer, así que llamé a mis amigos y me fuí a comer a la universidad. Por la noche me enteré, que el domingo por la tarde pusieron un pequeñísimo anuncio en la web de la facultad: "se retrasa el comienzo de las clases al jueves 16".

Tan indignado estaba que por la noche, al insistirme (no mucho, no nos engañemos) mis compañeros para que fuera a una de estas típicas fiestas eramus, cedí en mi negativa y pensé que si informales eran los señores de la universidad, yo no iba a ser menos. El detalle de que la fiesta era de barra libre tambíén ayudó.

Bueno, lo que pasó esa noche carece de relevancia (al menos para contarlo por aquí, jeje) pues para imaginar lo que se hace en este tipo de fiestas no hay que ser muy avispado. Lo que sí que fué original (por llamarlo de alguna forma...) fue lo que pasó al salir. Atentos los amantes de los cuerpos y fuerzas de seguridad de los estados porque esta historia les encantará.

Resumidamente, el caso es que a la vuelta cogímos un autobús repleto de eramus que en su mayoría eran españoles y venían de una fiesta con barra libre. Imagínense la que se pudo liar. 3 o 4, o bueno, 4 o 5, se pasaron con los golpes en las ventanillas, y justo al pasar por el coliseo el autobús paró y aparecieron un buen puñado de carabinieris. No os engaño si ví más de 15 coches allí. Aquello parecía Guantanamo. Y éstos, con su tradicional simpatía, pues golperaon, detuvieron e insultaron a todo el que pudieron. Pude quitarme de en medio, pero no duden que con una sensación de estar huyendo de la policía que jamás había tenido. Coches que hacían trompos en medio de una avenida para perseguir a chavales, policía pegando a chicos, pidiendo el dni a todos (bueno a todos no, solo a los tíos...), etc etc etc...No exagero. Piensen que por un momento hicieron simpáticos a los policías españoles, y los que me conocen saben lo que significa que yo diga esto.

Esta situación dice mucho del momento que vive este país y más esta ciudad, con su querido alcalde de un partido que se declara abiertamente de ultraderecha.

Pero si he tardado algunos días en escribir este post es porque no quiero que se queden con la imagen distorsionada de una roma dónde la policía o los carabinieri puden campar a sus hanchas sin respetar leyes, derechos o dignidad alguna, por muy vándalos y borrachos que vayan algunos, que también es verdad.

Al día siguiente, ayer martes, me levanté sin apenas dormir cuatro horas y fuí a la asamblea de alumnos de mi facultad. Si lo peor de este país es la falta de libertad, el caos, el poco civismo o la cada vez más apabullante victoria de todo lo que huele a fascismo, lo mejor son los que se resisten a ello, los que piensan que es posible crear otra Italia, otra Roma, otra universidad.

400 personas entre alumnos, investigadores, docentes y personal de administración y servicios discutiendo sobre cómo enfrentarse a la Ley133, la aplicación del proceso de Bolonia en Italia, lo que es de facto la privatización de la universidad. Las gente hablada huelga, bloqueo, manifestaciones, ocupaciones, etc....Como todo lo que os cuento, esto también está distorsionado por sentimientos, impresiones sensaciones, pero no duden que para mí ,que durante todo el año pasado he dedicado tanto a esta misma lucha, ver al decano de la facultad hablar de que este era "un ataque mortal a la universidad pública, y que había que luchar" fué realmente esperanzador.

Y es que nunca me gustaron las cosas simples, lo que parece bonito de principio a fín. Siempre preferí una historia llena de contradicciones a una película de Disney, así como no me gustan las mujeres diez de las revistas, sino las reales, llenas de heridas y despeinadas por la vida, las que son capaces de odiarte y quererte a la vez. Por eso me encanta este país y esta ciudad, porque las contradicciones son el pan nuestro de cada día. La misma imagen de toda una redada policial por 4 o 5 estudiantes borrachos a menos de 30 metros del Colisseo describe esta sociedad. Porque una noche te vas asqueado a casa al ver a un carabinieri abusar de autoridad, y a la mañana siguiente te levantas y cientos de personas te hacen ver que aún hay esperanza. Porque puedes encontrar mil problemas sin solución y maravillarte con cualquier esquina de un palacio, plaza o calle. Porque en la misma ciudad en la que gobierna la derecha racista, muchísimas personas dedican su vida a transformar un poquito la realida.

Italia no es la de los periódicos, el gobieron o la televisión. Italia son los italianos, tan caóticos y complicados que es realmente dificil no enamorarte de ellos. Y de ellas, claro..

W.S.